Hablar de los Juegos Olímpicos es hablar, sin duda, del evento deportivo más importante del planeta en el que atletas de todo el mundo no solamente tienen la oportunidad competir por una medalla, sino también de compartir experiencias con deportistas de otros países.
Berlín 1936, las Olimpiadas de Adolf Hitler
La elección de la capital alemana como sede de los Juegos Olímpicos de 1936 estuvo rodeada de una gran carga política, y tampoco estuvo exenta de polémica. A pesar de que la designación era muy arriesgada, el Comité Olímpico Internacional decidió conceder a Berlín la organización de los Juegos por delante de la otra gran favorita: Barcelona. En esos tiempos, el nacionalsocialismo llamaba a las puertas de Europa y Hitler no quería ni oír hablar de las Olimpiadas. Fue su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, quien convenció al führer de que los juegos podían ser una ocasión inmejorable para mostrar al mundo las virtudes de la nueva Alemania. Así que finalmente Berlín fue elegida. Se pretendía que esa elección fuera vista como un gesto de concordia para otorgar un papel protagonista a una Alemania que se sentía humillada tras su derrota en la Primera Guerra Mundial.